La suciedad orgánica en las fachadas puede ser debida a la generación de colonias de hongos y moho, debido a la porosidad del soporte y la poca incidencia del sol, que no facilita la evaporación de la humedad, o a las partículas contaminantes atmosféricas dañinas y agresivas (óxidos sulfurosos y nitrosos de la lluvia ácida y la contaminación del tráfico y la industria CO2). Esta suciedad, además de afear estéticamente el edificio, impide la permeabilidad de la fachada para que la humedad que se genera en el interior de las viviendas pueda evaporarse hacia el exterior, creando condensación dentro de las habitaciones.